Dienstag, 19. Juli 2011

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El papel lo aguanta todo.
Es bueno separar el aspecto negativo del positivo, porque el rol positivo es un cambio de actitud al que no estamos acostumbrados. Nuestra costumbre es siempre ir hacia el sombrero negro. Esta nueva actitud positiva es buscar el lado bueno de las cosas, construir en lugar de destruir, hacer en lugar de desechar o dejar de hacer. Este rol es difícil de asumir pues debemos aportar y crear nuevas ideas, no destruir las existentes que es lo más fácil. Con el sombrero amarillo podemos decir: “ .....existe la posibilidad de que sea elegido el producto del año. Deberíamos estar preparados para aprovechar esto en la campaña publicitaria. Puede no ocurrir, pero debemos estar listos....” Error de las causas imaginarias.-Hay que partir del sueno: a una determinada sensación, por ejemplo a raíz de un cañonazo lejano, y ver que se le inventa a posteriori una causa (con frecuencia toda una pequeña novela donde el soñador es el protagonista). Entre tanto, la sensación subsiste, en una especie de resonancia, esperando en cierto modo a que el impulso causal le permita pasar a primer plano, más como fenómeno contingente que como “sentido”. El cañonazo aparece en forma causal, en una aparente inversión del tiempo. Lo posterior, la motivación, es experimentado primero, muchas veces con cien detalles que van desfilando de una manera fulminante; el cañonazo sigue... ¿Qué ha pasado? Las representaciones mentales originadas por una determinada sensación han sido entendidas equivocadamente como causa de la misma. Lo cierto es que en el estado de vigilia procedemos igual. La mayor parte de nuestras sensaciones generales-toda clase de inhibición, presión, tensión y explosión en el juego y contrajuego de los órganos, en particular el estado del nervus sympathicus-excitan nuestro impulso causal: buscamos un motivo para sentirnos tal como nos sentimos, para sentirnos mal o bien. Nunca nos contentamos con comprobar simplemente el hecho de que nos sentimos tal como nos sentimos; sólo admitimos este hecho, llegamos a tener conciencia de él, si le hemos dado una especie de motivación. El recuerdo, que en tal caso entra en actividad a pesar nuestro, evoca estados anteriores de la misma índole y las interpretaciones causales a ellos ligadas; no su causalidad. Por cierto que el recuerdo evoca también la creencia de que las representaciones mentales, los fenómenos concomitantes registrados en la esfera de la conciencia, han sido las causas. Tiene lugar así la habituación a una determinada interpretación causal, que en realidad dificulta, y aun impide, la indagación de la causa. Todo el dominio de la moral y la religión cae bajo este concepto de las causas imaginarias.-“Explicación” de las sensaciones generales desagradables: Éstas están determinadas por seres hostiles a los hombres (espíritus malignos; el caso más célebre es la definición errónea de las histéricas como brujas). Están determinadas por actos censurables (el sentimiento del “pecado”, de la “propensión al pecado”, como explicación de un, malestar_ fisiológico, puesto que siempre se encuentran motivos para estar descontento consigo mismo). Están determinadas como castigo, como expiación de algo que no se debió hacer, de algo que no debió ser (lo cual ha sido generalizado en forma terminante por Schopenhauer, en una proposición donde la moral aparece como lo que es, o sea como emponzoñadora y detractora propiamente dicha de la vida: “todo dolor intenso, físico o mental, expresa lo que tenemos merecido: pues no nos podría sobrevenir si no lo tuviésemos merecido”. El mundo como voluntad y representación). Están determinadas como consecuencias de actos irreflexivos, fatales (los afectos, los sentidos, concebidos como causa, como “culpa”; apremios diferentes como “merecidos”). A propósito de la “conciencia intelectual”. Nada me parece tan raro hoy día como la verdadera hipocresía. Sospecho decididamente que el aire suave de nuestra cultura no conviene a esta planta. La hipocresía es propia de las épocas de fe ardiente, en las que ni aun cuando se estaba forzado a exhibir una fe diferente se renunciaba a la que realmente se alentaba. Hoy día se renuncia a ella, o lo que es aún más corriente, se adopta una segunda fe; en uno y otro caso se es sincero. No cabe duda que en nuestros tiempos son posibles, quiere decir permitidas, quiere decir inofensivas, un número mucho más grande de convicciones que antes. Origínase así la tolerancia hacia sí mismo. La tolerancia hacia sí mismo autoriza a tener varias convicciones; éstas conviven pacíficamente, cuidándose mucho, como hoy en día todo el mundo, de comprometerse. ¿Cómo se compromete uno hoy en día? Adoptando una actitud consecuente. Avanzando imperturbable. Siendo un hombre en el que no caben, por lo menos, cinco interpretaciones diferentes. Siendo-genuino... Temo mucho que algunos vicios estén condenados a extinguirse simplemente porque el hombre moderno es demasiado cómodo e indolente para seguir con ellos. Todo lo malo determinado por una voluntad fuerte, y tal vez no haya nada malo sin fuerza de voluntad, degenera en virtud en nuestro tibio ambiente... Los pocos hipócritas que he conocido imitaban la hipocresía; eran, como hoy en día casi todo el mundo, comediantes. Bello y feo. Nada hay tan condicionado, digamos tan restringido, como nuestro sentimiento de lo bello. Quien pretende concebirlo desligado del goce que el hombre libra del hombre, deja al momento de pisar terreno firme. Lo “bello en sí” es un mero concepto; no es ni siquiera un concepto. En lo bello, el hombre se establece a sí mismo como criterio de perfección; en casos selectos, se adora a sí mismo en lo bello. Una especie no puede por menos de decir sí exclusivamente a sí misma de esta manera. Su instinto más soterrado, el de conservación y expansión del propio ser, irradia aun en tales sublimidades. El hombre cree el mundo mismo colmado de belleza; se olvida que él es la causa. Él lo ha obsequiado con belleza, ¡ay 1, sólo con una belleza muy humana, demasiado humana. En el fondo, el hombre se refleja en las cosas; tiene por bello todo lo que le devuelve su propia imagen. El juicio “bello” es su vanidad genérica... Pues al escéptico bien puede un leve recelo susurrarle al oído: ¿de veras queda embellecido el mundo por el hecho de que el hombre lo tenga por bello? Lo ha humanizado; esto es todo. Mas nada, absolutamente nada, nos autoriza para creer que precisamente el hombre sea el modelo de lo bello. ¿Quién sabe cómo se presenta a los ojos de un juez superior del gusto? ¿Acaso atrevido? ¿Acaso divertido? ¿Acaso un tanto arbitrario?... “Oh Dionisos, divino, ¿por qué me tiras de las orejas?”, preguntó Ariadna a su amante filosófico en ocasión de uno de esos célebres diálogos en Naxos. “Es que tus orejas me causan gracia, Ariadna; ¿quizá por qué no son aún más largas?” Respetado maestro: continuamente me asalta el recuerdo de los días de Bayreuth, y las numerosas ensañanzas y experiencias vividas en tan corto espacio de tiempo me abruman cada vez más. Comprendo perfectamente que no se mostrará muy satisfecho con mi estancia, pero esto ya no tiene remedio. Reconozco que yo me doy cuenta de las cosas demasiado tarde; ahora recordando el pasado, surgen sensaciones y pensamientos nuevos que deseo grabar a fuego en mi memoria. Sé muy bien, queridisimo maestro, que una visita como la mía no debe de resultarle muy agradable que digamos, e incluso sería insoportable en algunos momentos. Con frecuencia me decía a mí mismo que era libre e independiente, al menos en apariencia, pero en vano. En fin, le ruego me considere uno de sus discípulos que espera con la pluma en la mano y el cuaderno ante sí... He de reconocerlo: cada día que pasa aumenta mi melancolia al darma perfecta cuenta de cuánto me agradaría ayudarle de alguna manera, poder serle útil en algo, pero soy completamente incapaz de ello, y si nisiquiera puedo aportar mi granito de arena para que usted se distraiga y alegre. Estoy al final de mis treinta años: la “mitad de la vida”, decían en esa edad en tiempos del milenio y medio; Dante tenía por entonces la visión de la que habla en las primeras palabras de su poema. Ahora bien llegado a esa “mitad de la vida”, estoy tan “acorralado por la muerte” que me podría llevar en cualquier momento: la índole de mi sufrimiento me inclina a pensar en una muerte súbita, convulsiva (aunque preferiría una muerte lenta y lúcida que me permita hablar con los amigos, debe ser más dolorosa). En este sentido ahora me siento como el último de los patriarcas: pero también porque he realizado la obra de mi vida. Lo sé, derramé una gran gota de aceita que no podrá ser olvidada. En el fondo, ya hice la prueba de mi consideración a la vida: muchos la harán todavía. Hasta esta mismo instante mi ánimo no ha flaqueado bajo los sufrimientos persistentes, me parece que los siento de manera más serena y condescendiente que durante toda mi vida anterior: ¿a quién tendría que atribuir esta acción que me ha fortificado y mejorado? No a mis contemporáneos porque, salvo algunos pocos, todos se mostraron escandalizados y no temieron hacérmelo sentir. Querido amigo, eche una ojeada a este último manuscrito sólo para ver si hay rastros de sufrimiento y de opresión: no creo que los encuentre y mi suposición es ya un signo de que esas consideraciones necesariamente entrañan fuerzas, y no impotencia y cansancio, que es lo que buscarán quienes me atacan. No iré a verlo, a pesar de la insistencia de Overbeck y de mi hermana: es un estado en el que me parece más apropiado estar cerca de mi madre, del país natal y de los recuerdos de infancia. Pero no lo tome como una decisión definitiva e irrevocable. Es necesario que un enfermo pueda hacer y modificar sus planes de acuerdo con el tamaño variable de su esperanza. Acabo de terminar mi programa estival: tres semanas a media altura (en los prados), tres meses en Engadine, el tercero en las aguas de Saint-Moritz, cuyo mejor efecto se debe sentir en el transcurso del invierno. Me sentó bien la ejecución del programa: ¡no fue fácil! La renuncia a todas las cosas -falto de amigos y de cualquier contacto, sin poder leer libros; todo arte estaba lejos de mí; un cuartito con una cama, alimentación de asceta (que por otra parte es lo que necesitaba; nada de empacho durante todo el verano!) -esta renuncia sería absoluta si no continuara ligado a mis pensamientos (¿qué debía hacer por otra parte?), ciertamente lo más nocivo para mi cabeza -aún no sé como podría haberlo evitado. Es bastante -para este invierno el programa será relajarme, descansar de mis pensamientos -lo que no ha sucedido en años. Este invierno, vestido de la forma más miserable, asistí dos veces seguidas a mi propio entierro; la primera vez como el Conde Robilant (no, éste es mi hijo, yo soy Carlos Alberto, infiel a mi naturaleza), pero yo mismo era Antonelli. Querido catedrático, debiera ver este edificio; como no tengo ninguna experiencia en las cosas que he creado, le corresponde a usted ejercer cualquier tipo de crítica, [le] estaría agradecido, sin que pueda prometer sacar de ella algún provecho. Nosotros los artistas no podemos ser instruidos. Hoy me he regalado el espectáculo de una opereta -genialmente morisca, en esta ocasión también constaté con placer que tanto Moscú como Roma son realidades grandiosas. Vea que hasta el paisaje no carece de talento. Reflexione, tendremos bellas, bellas charlas, Turín no está tan lejos, ningún deber profesional serio se impone por el momento, nos tomaríamos un vaso de Veltiner. El desaliño es la vestimenta de rigor:
Estar más buena que el pan.
Una vez que se reduce el tiempo de circulación, de aquellas 600 libras esterlinas sólo se destinan 400 en vez de 480 a invertirse de nuevo en reserva de producción. Las 80 libras restantes se retienen en su forma de dinero y pasan a formar, con las 20 libras anteriores destinadas a salarios, las 100 libras esterlinas de capital disponible. Aunque estas 100 libras proceden de la circulación, de la venta del capital–mercancías, sustrayéndose ahora a aquélla, puesto que no vuelven a invertirse en salarios y elementos de producción, no debe olvidarse que, como dinero, vuelven a revestir la misma forma en que se lanzaron originariamente a la circulación. Originariamente, se invirtieron 900 libras esterlinas de dinero en reserva productiva y en salarios. Para desarrollar el mismo proceso de producción, sólo son necesarias ahora 800 libras. Las 100 libras que quedan así disponibles en forma de dinero constituyen ahora un nuevo capital–dinero en busca de inversión, una nueva parte integrante del mercado de dinero. Es cierto que ya antes esa cantidad aparecía periódicamente bajo forma de capital–dinero disponible y de capital productivo adicional, pero estos estados latentes eran, a su vez, condición del desarrollo, por serlo de la continuidad, del proceso de producción. Ahora, ya no son necesarios para ello y constituyen, por tanto, un nuevo capital–dinero y una nueva parte integrante del mercado de dinero, a pesar de que no forman, en modo alguno, ni un elemento adicional de la reserva social de dinero existente (pues ya existían al comenzar la industria y fueron lanzadas por ella a la circulación), ni un tesoro nuevamente acumulado. Putas de lujo en Madrid Si se admite que a los medios de subsistencia les corresponde de por sí la cualidad de ser, bajo cualesquiera circunstancias, capital invertido en salarios, habrá que admitir también que es característica de este capital “circulante” la de “sostener al trabajo”, to support labour (Ricardo, Principles, etc., p. 25). Esto quiere decir que si los medios de subsistencia no fuesen capital, no sustentarían a la fuerza de trabajo, cuando en realidad es precisamente su carácter de capital lo que les permite sustentar al capital con trabajo ajeno Escorts Ibiza Primera fase: El capitalista aparece en el mercado de mercancías y en el mercado de trabajo como comprador; su dinero se invierte en mercancías; recorre el acto de circulación D – M. http://www.girlsbcn.com.es Por tanto, cuando se dice que el capital circulante de la sociedad que debe desembolsarse en forma de dinero asciende a 500 libras esterlinas ya se tiene en cuenta que, si bien, por una parte, es ésta la suma que debe desembolsarse de una vez, por otra parte esta suma pone en movimiento más capital productivo de 500 libras esterlinas, puesto que funciona alternativamente como fondo de dinero de varios capitales productivos. Por consiguiente, esta explicación presupone ya como existente el dinero cuya existencia trata de explicar. Masajes Barcelona Para el libro III, sólo he contado –aparte de la primera versión contenida en el manuscrito titulado "Contribución, etc.", de los fragmentos ya mencionados que figuran en el manuscrito III y de algunas notas breves que de vez en cuando se insertan en los cuadernos de extractos– con los siguientes materiales: el citado manuscrito en folio de 1864–65, elaborado en el mismo grado de perfección aproximadamente que el manuscrito II del libro II, y finalmente un cuaderno del año 1875: la relación entre la cuota de plusvalía y la cuota de ganancia, desarrollada matemáticamente (en ecuaciones). La preparación de este libro para la imprenta avanza rápidamente. En la medida en que puedo emitir ya un juicio, creo que, sí se exceptúan algunas secciones, ciertamente muy importantes, sólo habré de tropezar, para dar cima a la obra, con dificultades de carácter técnico. Scorts Madrid M' como M no aparece dentro del ciclo de un capital industrial aislado como forma de este capital, sino como forma de otro capital industrial, siempre y cuando que los medios de producción sean pro­ducto de éste. El acto D – M (es decir, D – Mp) del primer ca­pital es, en este segundo capital, M' – D'. Saunas eróticas en valencia I. El producto anual de la sociedad está formado por dos partes: la primera comprende los medios de producción, la segunda los medios de consumo; ambas deben examinarse separadamente. Masajes Barcelona Fijémonos en el capital I y el capital II como en dos capitales completamente independientes el uno del otro. Sus movimientos son absolutamente independientes; sí se complementan el uno al otro es, pura y simplemente, porque sus períodos de trabajo y circulación se suceden directamente entre sí. Pueden ser considerados como dos capitales completamente distintos, pertenecientes a distintos capitalistas. Alterne madrid En M'–D' se contiene directamente la venta de M'; pero M'–D', que es de un lado una venta, es también, de otro lado, D–M, una compra, y en última instancia la mercancía sólo es comprada en razón a su valor de uso, para entrar en el proceso de consumo (prescindiendo de ventas intermedias), ya se trate de un proceso de consumo individual o productivo, según la naturaleza del artículo comprado. Pero este consumo no entra en el ciclo del capital individual del que M' es producto; lejos de ello, este producto es repudiado por el ciclo como la mercancía que se trata de vender. La M' se destina expresamente al consumo ajeno. Por eso en los apóstoles del mercantilismo (basado en la fórmula D–M... P... M' D') nos encontramos con sermones tan prolijos sobre la necesidad de que el capitalista individual sólo consuma como un obrero, del mismo modo que las naciones capitalistas deben dejar que las naciones necias devoren sus mercancías y se entreguen al proceso del consumo, mientras aquéllas hacen del consumo productivo la misión de su vida. Son sermones que recuerdan con frecuencia, por su forma y por su contenido, prédicas ascéticas muy análogas de los padres de la Iglesia. relax Barcelona El supuesto de que partimos es el de que todo el capital desembolsado pasa siempre, en bloque, de una de sus fases a la otra y de que, por tanto, aquí el producto en mercancías de P encierra el valor total del capital productivo P = 422 libras esterlinas + la plusvalía creada durante el proceso de producción = 78 libras esterlinas. En nuestro ejemplo, en que se trata de un producto discreto en mercancías, la plusvalía existe bajo la forma de 1,560 libras de hilo; lo mismo que, si lo calculásemos sobre la base de 1 libra de hilo, revestiría la forma de 2,496 onzas de hilo. En cambio, si el producto en mercancías fuese, por ejemplo, una máquina de 500 libras esterlinas y con la misma proporción de valor, una parte del valor de esta máquina equivaldría, indudablemente a 78 libras esterlinas, pero estas 78 libras sólo existirían dentro de la máquina en conjunto. La máquina no podría dividirse en valor capital y plusvalía sin hacerla pedazos, destruyendo con ello su utilidad y, por tanto, su valor. Por consiguiente, esas dos partes integrantes del valor sólo pueden representarse idealmente como partes integrantes de la materialidad de la mercancía y no como elementos independientes de la mercancía M´, al modo como cada libra de hilo puede representarse como un elemento separable y una mercancía independiente dentro de las 10,000 libras. En el primer caso, hay que vender íntegramente la mercancía global, el capital–mercancías, la máquina, para que pueda iniciar su órbita propia de circulación. En cambio, si el capitalista vende 8,440 libras de hilo, la venta de las 1,560 libras restantes constituirá una circulación totalmente aparte de la plusvalía con arreglo a la forma m (1,560 libras de hilo)–d (78 libras esterlinas) = M (artículos de consumo). Pero los elementos de valor de cada parte alícuota del producto hilo de 10,000 libras pueden representarse en partes del producto, exactamente lo mismo que en el producto en su totalidad. Del mismo modo que estas 10,000 libras de hilo se pueden dividir en valor del capital constante (c), 7,440 libras de hilo con un valor de 372 libras esterlinas, valor del capital variable (v), 1,000 libras de hilo con un valor de 50 libras esterlinas, y plusvalía (p), 1,560 libras de hilo equivalente a 78 libras esterlinas, cada libra de hilo puede dividirse en c = 11,904 onzas con un valor de 8,928 peniques, v = 1,600 onzas de hilo con un valor de 1,200 peniques y p = 2,496 onzas de hilo con un valor de 1,872 peniques. El capitalista podría también, conforme fuese realizando, en ventas sucesivas, las 10,000 libras de hilo, ir consumiendo sucesivamente los elementos de plusvalía contenidos en las porciones sucesivas de la mercancía, realizando de este modo, también sucesivamente, la suma de c + v. Pero esta operación supone igualmente, en último término, la venta total de las 10,000 libras de hilo y, por tanto, la reposición del valor de c y v mediante la venta de 8,440 libras (libro I, cap. VII, pp. 179–182). contactos en barcelona El proceso de producción se desarrolla sin interrupción sobre la misma escala durante el año entero. Los dos capitales I y II permanecen totalmente separados el uno del otro. Pero, para presentarlos así, separados, hemos tenido que romper los vínculos que los unen y entrelazan en la realidad, alterando con ello, al mismo tiempo, el número de rotaciones. Por tanto, según el cuadro anterior tendremos las siguientes rotaciones: Masajes sensuales en Barcelona desarrollada en el canto IV, 825-843. Sólo que en este supuesto queda sin explicación, cómo las partes totalmente diferentes del organismo de un animal responden en conjunto a su género de vida, que ningún órgano estorbe a otros, sino que más bien ayude cada uno a los demás, y que tampoco quede ninguno inutilizable, ni sirva mejor ningún órgano subordinado para otra manera de vivir, mientras solamente los órganos capitales hubieran determinado aquella manera de vida que sigue el animal. Sucede, antes bien, que cada parte del animal responde tanto a cada una de las otras partes como a su género de vida, v. gr., si las garras son siempre apeas para asir la presa, los dientes sirven para desgarrar y deshacer, y el canal intestinal para digerir y los miembros de locomoción a propósito para llevarlo allí donde se encuentre la tal presa, sin que quede inutilizable órgano alguno. Así, por ejemplo, el oso hormiguero tiene no sólo largas garras en las patas delanteras para poder derribar las viviendas de los térmites, sino también para poder introducirlo en dicha vivienda, un largo hocico de forma cilíndrica con pequeña mandíbula y una lengua larga, filiforme recubierta de una pegajosa mucosidad, lengua que mete profundamente en los nidos de los térmites, retirándola con los insectos a ella; pegados, y, por el contrario, no tiene dientes por que no los necesita. ¿Quién no ve que la figura del oso hormiguero se refiere a los térmites como un acto de voluntad a su motivo? Hay en el oso hormiguero una contradicción tan sin ejemplo entre los poderosos brazos, provistos de fuertes garras, largas y encorvadas, y la total falta de mandíbulas para morder, que si sufriera alguna nueva revolución la tierra sería el hormiguero fósil un verdadero enigma para las generaciones futuras que no conociesen a los térmites. El cuello del ave es por lo regular, como el de los cuadrúpedos, tan largo como sus piernas, para poder alcanzar así en tierra su alimento; pero en las palmípedas es a menudo mucho más largo porque van a buscar, nadando, su alimento bajo la superficie del agua. He visto un colibrí cuyo pico era tan largo como el pájaro todo de cabeza a cola. Este colibrí iría, sin duda alguna, a buscar su pitanza a alguna profundidad, aunque sólo fuese la de un hondo cáliz de flor (Cuvier, anat. comp., vol. IV, pág. 374), pues no se habría dado sin necesidad el lujo de semejante pico, cargando con todo su peso. Las aves de pantanos tienen patas desmesuradamente largas para poder vadear los charcos sin sumergirse ni mojarse, y conforme a ellas cuello y pico muy largos, este último fuerte o débil, según que tengan que triturar reptiles, peces o gusanos, a lo que corresponden siempre las vísceras, y por el contrario no tienen tales aves ni garras como las rapaces, ni membranas interdigitales como los patos, pues la lex parsimoniœ naturœ no consiente órgano alguno superfluo. Esta ley, juntamente con aquella otra de que a ningún animal le falte un órgano que exija su género de vida sino que todos, aun los más diversos, concuerden entre sí estando como calculados para un género de vida especialmente determinado, en el elemento en que viva su presa, para la persecución, victoria, trituración y digestión de ella, tales leyes son las que prueban que es el género de vida que el animal quería llevar para hallar su sustento el que determinó su estructura, y no la inversa y que la cosa ha sucedido como si hubiese precedido a la estructura un conocimiento del género de vida y de sus condiciones externas, habiendo, en consecuencia, escogido cada animal su instrumento antes de encarnarse; no de otro modo que cuando un cazador, antes de salir, escoge, según el bosque que haya elegido, su equipo todo, escopeta, carga, pólvora, burjaca, cuchillo y vestido. No es que tire al jabalí porque lleva escopeta de fuerza, sino que ha tomado ésta y no la de pájaros porque salía a jabalís; y el toro no embiste porque tiene cuernos, sino que tiene cuernos porque quiere embestir. Viene a completar la prueba el hecho de que en muchos animales, mientras están todavía en el crecimiento, se manifiesta la aspiración volitiva a que ha de servir un miembro, precediendo así su uso a su existencia. Así es que cornean los corderos, los cabritos y los terneros con la cabeza, tan sólo, antes de tener cuernos; el jabato dirige golpes a derecha e izquierda en torno de sí cuando todavía le faltan los colmillos que responden al efecto apetecido, no sirviéndose, por el contrario, de los pequeños dientes que tiene ya en la mandíbula y con los que podría morder. Así es que su modo de defensa no se dirige según las armas que posee, sino a la inversa. Esto lo notó ya Galeno (De usu partium anim. I, 1) y antes que él Lucrecio (V. 1.032-39), y de aquí obtenemos la certeza completa de que no es que la voluntad, cual algo adventicio, surgido tal vez de la inteligencia, aproveche los instrumentos conque se encuentra ya desde luego usando de las partes por encontrarse allí con ellas y no con otras, sino que lo primero y originario es el esfuerzo por vivir de esa manera, por luchar de tal modo y no de otro, esfuerzo que se manifiesta no sólo en el uso, sino también en la existencia de las armas y tanto más cuanto que aquél precede a menudo a ésta, indicándonos así que las armas se producen porque existe el esfuerzo y no la inversa. Es lo que sucede con toda parte en general. Ya Aristóteles expresó esto al decir de los insectos armados de aguijón que (de part. animal. IV, 6), y en otro pasaje: El resultado final es que todo animal se ha hecho su estructura conforme a su voluntad. http://www.girlsbcn.cat
No dar ni una.
Como, si se exceptúa la parte de los productos que cada productor capitalista emplea directamente en forma natural, sin venderlos ni comprarlos, como medios de producción, toda la masa de la pro­ducción social –dentro del régimen capitalista– circula en el mer­cado como capital–mercancías, es evidente que del capital–mercancias se separan tanto los elementos fijos y circulantes del capital produc­tivo como todos los elementos que forman el fondo de consumo, lo que en realidad sólo quiere decir una cosa: que, dentro de la pro­ducción capitalista, lo mismo los medios de producción que los medios de consumo sólo aparecen como capital–mercancias si tienen también como misión el servir más tarde como medios de consumo o de producción; del mismo modo que la propia fuerza de trabajo aparece en el mercado como una mercancía, aunque no como capital–­mercancía. bcn girls Además, sobre la base del régimen capitalista de producción como régimen dominante, toda mercancía en manos del vendedor tiene que ser, necesariamente, capital–mercancías. Y lo sigue siendo en manos del comerciante, o se convierte en tal, si antes no lo era. O bien tiene que ser una mercancía –por ejemplo, artículos importados ­que sustituya a un capital–mercancías primitivo y que, por tanto, se límite a darle otra forma de existencia. http://www.girlsbilbao.com 1) Este ciclo aparece como el ciclo del capital–dinero, porque el capital industrial bajo su forma dinero, como capital en dinero, constituye el punto de partida y el punto de retorno de su proceso en conjunto. De por sí, la fórmula expresa que aquí el dinero no se invierte como dinero, sino que simplemente se desembolsa, es decir, que no es más que la forma–dinero del capital, capital en dinero. Expresa, además, que el fin en sí, el factor determinante del movimiento es el valor de cambio, y no el valor de uso. Precisamente porque la forma–dinero del valor es la forma independiente y tangible en que se manifiesta, la forma de circulación D...D', cuyo punto de partida y cuyo punto final es el dinero efectivo, el hacer dinero, expresa del modo más tangible el motivo propulsor de la producción capitalista. El proceso de producción no es más que el eslabón inevitable, el mal necesario para poder hacer dinero. Por eso todas las naciones en que impera el sistema capitalista de producción se ven asaltadas periódicamente por la quimera de querer hacer dinero sin utilizar como medio el proceso de producción. girls madrid Uno de los últimos Libros azules publicados sobre las minas es el “Report from the Select Committee on Mines, together with Evidence, 23 July 1866.” Fue redactado por un comité de miembros de la Cámara de los Comunes, autorizado para citar y recibir declaración a testigos; trátase de un grueso volumen en folio, en que el “Report” se reduce a cinco líneas, diciendo ¡que el comité no tiene nada que decir y que todavía hay que citar a más testigos! chicas compañía Por tanto, un valor de uso, un bien, sólo encierra un valor por ser encarnación o materialización del trabajo humano abstracto. ¿Cómo se mide la magnitud de este valor? Por la cantidad de “sus­tancia creadora de valor”, es decir, de trabajo, que encierra. Y, a su vez, la cantidad de trabajo que encierra se mide por el tiempo de su duración, y el tiempo de trabajo, tiene, finalmente, su unidad de medida en las distintas fracciones de tiempo: horas, días, etc. escorts independientes Madrid Para acabar con los abusos del falso sistema de relevos, la ley dictaba, entre otras, las siguientes importantes normas de aplicación: "La jornada de trabajo de los niños y obreros jóvenes se contará a partir del momento en que comience a trabajar en la fábrica por la mañana cualquier niño u obrero joven." Por tanto, sí A, por ejemplo, comienza a trabajar a las 8 de la mañana y B a las 10, la jornada de trabajo del segundo deberá finalizar a la misma hora que la del primero. El comienzo de la jornada de trabajo se marcará por un reloj público, v. gr. por el reloj de la estación más próxima, al que deberá ajustarse la campana de la fábrica. El fabricante deberá fijar en la fábrica, impreso en letras grandes, un cartel en el que se anuncien el comienzo, el fin y las pausas de la jornada de trabajo. Los niños cuyo trabajo comience antes de las 12 de la mañana, no podrán trabajar después de la 1 del día. Por tanto, el turno infantil de la tarde deberá estar formado por niños que no hayan trabajado en el turno de la mañana. La hora y media asignada para las comidas a los obreros protegidos por la ley deberá concedérseles a todos a la misma hora, una hora por lo menos antes de las 3 de la tarde. Los niños y obreros jóvenes no podrán trabajar más de 5 horas antes de la 1 de la tarde sin concedérseles, cuando menos, media hora de descanso para comer. Los niños, obreros jóvenes y mujeres no deberán permanecer durante las comidas en ninguna dependencia de la fábrica en que se realicen trabajos. girlsbcn Las dos formas anteriores expresaban el valor de una determinada mercancía, la primera en una mercancía concreta distinta de ella, la segunda en una serie de diversas mercancías. Tanto en uno como en otro caso era, por decirlo así, incumbencia privativa de cada mercancía el darse una forma de valor, cometido suyo, que realizaba sin la cooperación de las demás mercancías; éstas limitábanse a desem­peñar respecto a ella el papel puramente pasivo de equivalentes. No ocurre así con la forma general de valor, que brota por obra común del mundo todo de las mercancías. Una mercancía sólo puede cobrar expresión general de valor sí al propio tiempo las demás expresan todas su valor en el mismo equivalente, y cada nueva clase de mer­cancías que aparece tiene necesariamente que seguir el mismo camino. Esto revela que la materialización del valor de las mercancías, por ser la mera “existencia social” de estos objetos, sólo puede expresarse mediante su relación social con todos los demás; que por tanto su forma de valor, ha de ser, necesariamente, una forma que rija socialmente.

La condición más esencial de producción que tenía que darse para poder fabricar máquinas mediante máquinas era la existencia de una maquina motriz que pudiese desplegar toda la potencia exigible y que, al mismo tiempo, fuese perfectamente controlable. Esta máquina existía ya: era la máquina de vapor. Sin embargo, había que encontrar el medio de producir mecánicamente las formas geométricas necesarias para las diversas piezas de la máquina: líneas, planos, círculos, cilindros, conos y esferas. Este problema fue resuelto en la primera década del siglo XIX por Henry Maudsley, con su invención del slide–rest, (82) que no tardó en convertirse en mecanismo automático, con una modificación de forma que le permitía adaptarse a otras máquinas de construcción y no solamente al torno, para el que primitivamente se había destinado. Este aparato mecánico no viene a suplir un determinado instrumento, sino la misma mano del hombre, en las operaciones en que ésta da al material trabajado, el hierro por ejemplo, una determinada forma, manejando en distintos sentidos diversos instrumentos cortantes. De este modo, se consigue producir las formas geométricas de las distintas piezas de maquinaria, "con un grado de facilidad, precisión y rapidez que ninguna experiencia acumulada podía prestar a la mano del obrero más diestro".20 http://www.bcnbox.com 132 "El inventor de la máquina de hilar arruinó a la India, cosa que, sin embargo, a nosotros nos tiene sin cuidado." A Thiers, De la propriété [París, 1848]. Aunque M. Thiers confunde aquí la máquina de hilar con el telar mecánico, esto "a nosotros nos tiene sin cuidado." david caixal En primer lugar, la expresión relativa del valor de la mercancía es siempre incompleta, pues la serie en que toma cuerpo no se acaba nunca. La cadena en que cada ecuación de valor se articula con las otras puede alargarse constantemente, empalmándose a ella nuevas y nuevas clases de mercancías, que suministran los materiales para nuevas y nuevas expresiones de valor. En segundo lugar, ante nosotros se despliega un mosaico abigarrado de expresiones de valor dispares y distintas. Y, finalmente, si el valor relativo de toda mercancía sé expresa, como necesariamente tiene que expresarse, en esta forma desarrollada, la forma relativa del valor de cada mercancía se repre­senta por una serie infinita de expresiones de valor distintas de la forma relativa de valor de cualquier otra mercancía. Los defectos de la forma relativa del valor desarrollada se reflejan, a su vez, en la correspondiente forma equivalencial. Como aquí la forma natural de cada clase concreta de mercancías es una forma equivalencial de­terminada al lado de otras innumerables, sólo existen formas equi­valenciales restringidas, cada una de las cuales excluye a las demás. Y lo mismo ocurre con la clase de trabajo útil, concreto, determinado, que se contiene en cada equivalente especial de mercancías: sólo es una forma especial, y por tanto incompleta, del trabajo humano. Claro está que éste tiene su forma total o completa de manifestarse en el conjunto de todas aquellas formas específicas, pero no posee una forma única y completa en que se nos revele. www.grafsalas.com En la Concordia de Berlín, órgano de la Liga de fabricantes alemanes, apareció el 7 de marzo de 1872 un artículo sin firma titulado: "Cómo cita Carlos Marx." En este artículo se afirmaba, con gran derroche de indignación moral y gran abundancia de frases poco par­lamentarias, que la cita tomada del discurso pronunciado por Glads­tone el 16 de abril de 1863 en el debate sobre presupuestos (cita que figura en la alocución inaugural de la Asociación obrera internacional de 1864 y se repite en El Capital, I, cuarta edición, pp. 617 [y 671] de la tercera edición),14 era falsa. Según el articulista, la frase que dice: "Este embriagador incremento de poder y de riqueza... se cir­cunscribe por entero a las clases poseedoras", no aparece ni por asomo en la referencia taquigráfica (cuasi oficial) que el Hansard (XI) da del discurso. "Pero esta frase--dice el articulista--no figura para nada en el discurso de Gladstone. Lo que se dice allí es precisamente todo lo contrario." Y ahora, en cursiva: "Marx ha inventado, formal y materialmente, esta frase." restaurantes en barcelona El capital va convirtiéndose, además, en un régimen coactivo, que obliga a la clase obrera a ejecutar más trabajo del que exige el estrecho círculo de sus necesidades elementales. Como productor de laboriosidad ajena, extractor de plusvalía y explotador de fuerza de trabajo, el capital sobrepuja en energía, en desenfreno y en eficacia a todos los sistemas de producción basados directamente en los trabajos forzados, que le precedieron. restaurantes en girona Claro está que la cosa cambia radicalmente sí enfocamos la producción capitalista en el curso ininterrumpido de su renovación y si, en vez de fijarnos en un solo capitalista y en un solo obrero, nos fijamos en la totalidad, en la clase capitalista, de una parte, y de otra en la clase obrera. Pero esto sería aplicar a la producción de mercancías una pauta totalmente ajena a ella. Imprenta online Al revolucionarse el régimen de producción en una rama industrial, ésta arrastra consigo a las otras. Esto que decimos se refiere principalmente a aquellas ramas industriales que, aunque aisladas por la división social del trabajo, que hace que cada una de ellas produzca una mercancía independiente, aparecen, sin embargo, entrelazadas como otras tantas fases de un proceso general. Así por ejemplo, la implantación del hilado mecánico obligó a que se mecanizase también la rama textil, y ambas provocaron, a su vez, la revolución químico–mecánica en los ramos de lavandería, tintorería y estampado. La revolución operada en las hilanderías de algodón determinó el invento del gin para separar la cápsula de algodón de la semilla, lo que permitió, que la producción algodonera se elevase, corno las circunstancias exigían, al nivel de una producción en gran escala.19 La revolución experimentada por el régimen de producción agrícola e industrial determinó, a su vez, un cambio revolucionario en cuanto a las condiciones generales del proceso social de producción, o sea, en cuanto a los medios de comunicación y transporte. Como los medios de comunicación y transporte de una sociedad cuyo pilar –para emplear la expresión de Fourier– eran la pequeña agricultura, con su industria casera accesoria, y el artesanado urbano, no podían ya en modo alguno bastar a las necesidades de producción del período manufacturero, con su acentuada división del trabajo social, su concentración de los instrumentos de trabajo y los obreros y sus mercados coloniales, razón por la cual hubieron de transformarse, como en efecto se transformaron, las comunicaciones y medios de transporte legados por el período manufacturero no tardaron en convertirse en una traba insoportable puesta a la gran industria, con su celeridad febril de producción, sus proporciones gigantescas, su constante lanzamiento de masas de capital y de trabajo de una a otra órbita de producción y las concatenaciones recién creadas dentro del mercado mundial. De aquí que –aun prescindiendo de la navegación a vela, completamente revolucionada–, el sistema de comunicación y de transporte se adaptase poco a poco al régimen de producción de la gran industria por medio de una red de barcos fluviales de vapor, de ferrocarriles, transatlánticos y telégrafos. Por otra parte, las masas gigantescas de hierro que la industria tenía ahora que forjar, soldar, cortar, taladrar y moldear, reclamaban a su vez máquinas ciclópeas que la industria manufacturera de construcción de maquinaria era impotente para crear. presupuestos online 161 Ure, Philosopbie des Manufacturers (traducción francesa), París. 1836. t. II. pp. 39. 40. 67. 77. etc.

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